Detrás de la ventana
Estoy en una habitación, es pequeña, me encuentro sentada frente al escritorio, estoy escribiendo en un papel nuevo, me gusta la textura del papel y su olor. Si miras por la ventana puedes ver un paisaje, cada vez es distinto. Un día pueden ser las vistas de una montaña nevada, otras un mundo de fantasía donde las casas eran enormes cascadas que se abren cuando quieres entrar, a veces hay agua todo está inundado y ves maravillosos peces de todos los colores y tamaños nadando, a veces, solo oscuridad, por mucho que fuerces la vista solo hay una infinita oscuridad.
Cada día miro por la ventana y después, me siento en la silla de madera y escribo lo que veo por la ventana, y cuando termino, me paso el día leyendo las anteriores. Hay muchas páginas escritas ya, cada día una nueva, hay página bonitas, páginas que odio, y otras increíblemente aburridas. La de hoy es diferente porque hoy me he dado cuenta de que esta habitación no solo tiene una ventana por donde mirar, he descubierto una puerta, escondida. Mi primer impulso fue el de abrirla e ir a tocar, oler, sentir el mundo de detrás de la ventana. Pero cuando tenía mi mano en el pomo de la puerta, dispuesta por completo a abrir la puerta sentí miedo, mucho miedo. ¿ y si cuando salga, no puedo volver a entrar, a oler el papel nuevo, o a sentir esa protección que me da estar detrás de la ventana? ¿Qué pasa si no me gusta lo que hay fuera un día? ¿ y si la oscuridad me atrapa y no encuentro el camino de vuelta? ¿o abro la puerta y toda la habitación se inunda? ¿o si lo seres fantásticos que veo no son tan simpáticos como parecen desde aquí?. Entonces di unos pasos a atrás y me aleje de la puerta.
El paisaje de hoy es naranja, las hojas caen lentamente, flotan en el aire hasta dejarse caer en el suelo. Imagino que soy una de esas hojas, que caen lentamente dispuestas a dejar el árbol donde siempre han estado con la seguridad de que caerán y se quedarán en el suelo hasta que el viento se las lleve a descubrir otros lugares. De repente la risa de una niña interrumpe mis pensamientos, y pisa la hoja. Mi gesto se tuerce. La niña lleva un abrigo amarillo y el pelo castaño oscuro. Está jugando, hace montones de hojas y las tira, salta, ríe. Quiero jugar con ella, pero… ¿y si ella no quiere jugar conmigo?, ¿y si cuando salga el paisaje ha cambiado? ¿y si parece que caeré sana y salva al mundo de detrás de la ventana y entonces alguien o algo me pisa y acaba conmigo?
En ese instante, la niña parece que me mira, para de jugar y mueve los labios como si me estuviese diciendo algo. No sé qué es lo que ha dicho, pero de repente una lágrima recorre todo mi rostro y cuando me la seco, la niña ya no está allí.
Hoy entraba mucha luz por la ventana. He cogido un montón de papel nuevo, lo he arrugado y lo he tirado por toda la habitación, he formado montoncitos y he jugado, he reído y he saltado. De un momento a otro la luz desaparece, rápidamente voy a la ventana, el paisaje es oscuro, no puedo ver nada, cuando me fijo, veo algo amarillo. La niña, está sentada en un banco de madera, tiene la cabeza agachada, se le acerca una sombra que empieza a torturarla. Ella grita, se tapa los oídos con las manos muy fuerte y llora. La sombra no la deja en paz. Empiezo a gritar para que venga, en la habitación estará segura. Ruidos como el sonido de unas uñas contra una pizarra empiezan a entrar en mi cabeza. ¿Qué puedo hacer, como puedo ayudarla?
La niña me mira y mueve lo labios de nuevo, no logro leérlos.
Desde el día que encontré la puerta, siempre aparece esa niña en los paisajes de cada día, en los buenos, en los malos, en los aburridos…y siempre intenta decirme algo.
Todavía no me atrevo a salir de mi habitación, aunque cada vez me resulta más aburrido releer las páginas una y otra vez. Cada vez hay más páginas aburridas y oscuras, la niña del abrigo amarillo deambula como si buscara una salida a ninguna parte, la observo cada día, intentando descifrar su mensaje.
Hoy he decidido colgar todas las páginas que llevo escritas por toda la habitación y me he dado cuenta de algo. Últimamente todas las páginas son tristes, oscuras, carentes de risas…últimamente la niña del abrigo sufre más, parece pedirme ayuda a gritos, y yo no soy capaz de cruzar esa maldita puerta…
Toda la habitación está empapelada, en un ataque de ansiedad he tirado todos los muebles y está todo en completo desorden, me encuentro sentada en medio de la habitación, abrazando mis rodillas. Ya no entra luz por la ventana. De repente la habitación empieza a temblar, me levanto rápidamente y miró por la ventana y allí está, la pequeña torturada por las sombras, parece no importarle demasiado, no se rinde. Sabe que estoy aquí y no para de gritarme. La habitación tiembla tanto que el cristal empieza a resquebrajarse. Estoy terriblemente asustada, me tapo la cara con las manos y empiezo a escuchar ¡¡Vive!! ¡¡por favor vive!! ¡¡vive!! Una y otra vez. Es la niña, ahora puedo oírla.
En medio del caos, se desmorona todo y he tomado la decisión. Abriré esa puerta. Quizás no sea bueno lo que me encuentre detrás pero esta habitación se me queda pequeña, aburrida, llena de oscuridad y soledad. La niña me ha dicho que viva y sé a qué se refiere, y se lo prometo, voy a vivir. Doy mi primer paso hacia la puerta, aprieto bien los puños y sigo adelante, estoy frente a la puerta y me dispongo a girar el pomo. La puerta se abre.
He despertado, me he levantado de la cama de la que nunca quería salir, me he pintado y me he puesto mi conjunto preferido, he salido de casa hoy, he vuelto a ir a clases. He contado mis
problemas, mi pasado y mi miedos, que se han calmado, porque al hacerlo me he dado cuenta de que no estoy tan sola. Mientras miro una foto de mi infancia con ese abrigo amarillo que tanto me gustaba me he dado cuenta de que he perdido mucho tiempo escondiéndome pero se acabó.
Voy a enfrentarme a lo que haga falta, voy a luchar, voy a salir de toda la oscuridad porque no hay oscuridad que cubra esta luz que existe en mí, y es que no hay oscuridad sino ausencia de luz, y ese rayo de luz que llamamos esperanza ha vuelto a mí. Voy a caer y voy a levantarme porque de eso se trata, porque me he hecho una promesa y sí, voy a reír, voy a llorar, voy a conocerte, voy a despedirte, voy a sonreír y a intentar hacer sonreír voy a seguir adelante, voy a sentir, voy a vivir.
Hay un lugar en mi mente, donde la puerta y la ventana están abiertas de par en par, los papeles que forran las paredes están en blanco, preparados para escribir la continuación de la historia, y los escritos guardados bajo llave, un pasado que siempre estará ahí, pero nunca para atormentar sino para recordar lo mucho que he avanzado. Cada día el paisaje es diferente, el de la alegría, el de la imaginación, el de la tristeza, el miedo, la nostalgia, la risa, el amor… Pero ya no los veo detrás de la ventana, estoy en allí mirando la ventana desde fuera, viviendo cada uno de esos paisajes.